miércoles, 9 de diciembre de 2009

Bildungsroman parte I: Era de la Charcutería

De como Mayums conoció la camadería e la fiesta e luego quiso fuír al gringo sin haber necesidad de fablar del asunto legítimo . (pppffff)

Nunca he revelado una razón contundente por la cual me fui a California porque en realidad fueron muchas. La  chidaguán fue que no me la estaba pasando chido en México. Ya me estaba desesperando de trabajar todo el día, de estar en la escuela cuando no estaba trabajando y de que todas mis actividades se redujeran a eso; también de escuchar a mis compañeros de carrera preocuparse por cosas taaan pero taaaaaan insignificantes --como que no entregar un trabajo era casi el fin del mundo y el descaro de la irresponsabilidad-- y de estar envuelta en un ambiente en el que se solemniza todo y nada es trascendente. Cuando ya estaba harta harta retiharta de eso me topé con el Greenroom. Ya había ido a varias sesiones antes y ya conocía a casi todos los integrantes que pasaron buenos ratos ahí pero yo seguía clavadísima en mis asuntos académicos hasta que decidí tomar todo un poco más relajado y comencé a dar el rol con la banda verde. Sepan, como dato curioso, que se le quedó el nombre de Greenroom a un cuarto con alfombra verde utilizado como el lounge oficial de la bandera pero aparte del Greenroom contábamos con otro launch bien chidito: Charcutería 40; el restaurante de un amigo ubicado a dos calles del Green en el centro de Tlalpan. La charcu marcó una etapa de mi vida caray, podrá sonar bien menso pero hay cosas muy simples que nos marcan namás que la gente es rebabosa y nunca se pone a pensar en eso. Pos sí, sí me latió esa era. Resulta que uno de mis cuates cuates de años se asoció con otro de mis cuates cuates y empezaron a trabajar ahí juntos y que llega el buen Chuuuch, también banda greenroomer a echarles la mano. Era todo un reven porque imagínense a un grupo de jovencitos distinguidos --la neta mis compas no están federales-- y bien cábulas atendiendo la charcutería a la que llegaban personas de buen gusto para comer --déjenme decirles que la comida de la charcu estaba bastante buena-- y también con buenos gustos musicales. Tengo entendido que la jornada en Charcutería 40 comenzaba con un buen café y con The Beatles mientras se barría y se acomodaba todo, ya cuando llegaban los clientes a disfrutar de su hora de comer, había jazz casi siempre o James Brown o bossanova --quien diga que es música de elevador se puede ir al siguiente blog a la derecha-- o Squirrel Nut Zippers o algo agradable, siempre coordinado con el mood de una tarde tranquilla en el Centro de Tlalpan. Ufff ¡¡¡qué buenos tiempos!!! Figúrense que acabando la jornada laboral yo llegaba a la charcutería  y después de cerrar el changarro nos quedábamos platicando ahí por horas y horas y hacíamos todo tipo de actividades recreativas con un buen café en la mano, a esas alturas del día ya estaba bien agusto el buen reggae --quién diga que es música de malvivientes puede irse al blog anterior-- o alguna rola del soundtrack de Snatch o de los Rolling o  de Janis; de pronto estaban padres Los amigos invisibles porque acabábamos todos bailando cagado. Eran los mejores ratos de esparcimiento de esos días. Nos la pasábamos cagadísimos de la risa. Jajaja a veces unos clientes, unos señores toreros se quedaban a contarnos como era su vida durante sus años mozos en Portugal y nos contaban todo tipo de historias relacionadas con la tauromaquia, algunos clientes ñores se confesaron fumadores de hash jaja, las chicas les echaban los canes regrueso a mis amigos y así pasaban nuestros días en "el resta". Carajo, tengo que decir que el café de ahí era el mejor de todos porque siempre estaba recién molidito, creo que ahí fue en donde agarré mi adicción a la cafeína...aaaaahhh, de estar escribiento me saboreo los momentos y eso que no les he contado que algunos fines de semana hacíamos fiestas en la charcu y le caía toda la banda y nos la pasábamos de lujo, puesto que nosotros escogíamos las bebidas, nosotros poníamos la música y el lugar estaba bastante chido para reunir gente.  Luego uno de mis cuates cuates se fue a vivir a NY y otro de mis cuates cuates se fue a L.A., uno me dejó de hablar y al Chuuuch sí lo topé un par de veces pero los días de charcutería llegaron a su fin y me vi bastante solita hasta que me encontré con otro muy buen grupo de amigos con los que me sentía en sintonía y a los que no quisiera soltar, jaja: la Bebs y el Sam y anexos pero para ese entonces yo ya había decidido que tendría que ir a respirar otros aires para liberarme de la tensión que venía arrastrando ya hacía tiempo. Si me fui a California fue porque allá tengo familia, era más fácil llegar aunque se hizo más difícil permanecer y no duré ni dos semanas con ellos, como que ya no puedo vivir todo el tiempo en un ambiente tan familiar, era así familia familia con todo y bebé y niños y un desmadre, aunque me trataron de lujo. Muchos creyeron que no podía vivir sin mi amigo y que lo fui a seguir a California --pffff háganme el rechingado favor-- pero bueno, en parte sí quise ir porque sabía que uno de mis cuatotes andaba por allá; además de que un par de veces que me escribió lo notaba muy raro, como muy enojado con la vida así que tenía muchas ganas de investigar que ocurría con él. Me largué. Esa es la expresión, no huía de nada pero huía de todo, meaning: estaba hasta la madre de tocho morocho y necesitaba conocer gente nueva y ver otros lugares so I did.



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