miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hay que entrarle a todo

Pues el viernes pasado --creo que 11 de diciembre-- un amiguito greenroomer decidió violentar mi fresez --según él-- llevándome a una fiesta en tierra de nadie.
   El punto de encuentro fue Ris, cerca del centro de Tlalpan, en la casa de otro amigo. Oooosh!!!! recordé que ese día el metrobús estuvo de lo más pesado. Yo lo tomé en José María Velasco y se tardó como 30 min. en llegar, oooobviamente atascadísimo pero saqué la defeña que llevo dentro y cupe a como diera lugar. Unas señoras iban hablando de lo mal que está el transporte público en esta ciudad y me incluyeron en la plática, lo cual agradezco mucho porque me aburrí menos y me distrajeron un poco del dolor de costillas y de la falta de oxígeno pero bueh, llegué sin más contratiempos y mis dos amigos me esperaban para el reven.
   No había dormido nada desde un día antes, por lo del brindis de la Academia, y ya me sentía muy traqueteada pero tengo 23 años y confío en que mi cuerpo aguante los golpes. Llegamos al reven que fue en el pueblo de Topilejo, en las ajueras de la Ciudad de México. La locación estaba bastante pintoresca. Era una casa como en obras negras y hasta donde yo me quedé, no había baño. La bebida de la noche fue el pulque hecho en el mismo pueblo y sabíaaaaa...mmmmmm. Yo probé los curados de piña, de limón,  de guayaba y de fresa... por Dios ¡¡¡pero qué delicia!!! El frío estaba machín y entre más avanzaba la noche más rudo se ponía. La banda con la platiqué en la fiesta me cayó bien, eran alivianadísimos. La música era variada pero sepan que su repertorio estaba muy bueno, de mejor calidad que el de muchas fiestas defeñas a las que ido últimamente. También tocó una banda de metal y eso no estuvo taaan chido pero sí agusto, muy ad hoc con el ambiente lugareño. Yo no tomé más que un vaso entero de pulque y le entré a la cata de los curados pero eso fue todo, mis amigos, contrariamente, le entraron al güisqui, al mezcal, a la chela y tomaron todo el pulque que pudieron. Yo los veía tomar y tomar y supe que esa madrugada no regresaría a mi casa. Como a eso de las 4 am decidimos meternos al coche quesque a descansar. Uno de mis cuates se provocó el vómito porque estaba convencido de que era lo mejor que podía hacer por él mismo, el otro no se lo tuvo que provocar y se la pasó vomite y vomite. Luego se quedaron dormidos, yo no porque ni el frío ni la posición en la que estaba me lo permitían. En cuanto vi luz y sentí más calorcito abandoné la nave y a los pocos minutos el organizador de la fiesta nos invitó a desayunar tacos de longaniza y de bistec, todo proveniente del pueblo y sí se notaba; las torillas estaban supremas. El amigo que tenía que manejar seguía como muerto dentro del coche y el otro no se movía de la fila de los tacos de modo que decidí irme a mi casa en transporte público desde Topilejo y el camino estuvo interesante. Topilejo fue una experiencia machina pero bien agradable: hay que entrarle a todo.


Aquí estaban los pulques. Esa era la estancia de la casa no el baño, no se confundan.
 

El patio y por ahí el auto en el que "dormí"

2 comentarios:

  1. Ay yo cuándo dije que odio el metal????? Para nada pero en el metal hay que ser selectivo.
    Por cierto el vocalista de la banda se parecía a ti pero en alto así que le dije a Gabriel que era "Mariote".

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